Los gatos son cariñosos a la vez que independientes. No necesitan tanta atención como un perro. No necesitan salir a calle a hacer sus necesidades ni a pasear, pueden estar todo el día solos en casa. Son divertidos y juguetones, te hacen reír. Son muy limpios y aprenden solos a usar su arenero, fáciles de cuidar. Son silenciosos y relajados y pueden vivir en espacios pequeños.
La ciencia demuestra que tener gatos es bueno para la salud, pueden ayudar a mejorar la autoestima, el estado de ánimo, reduce el riesgo de ataque al corazón, relajan a la persona y la tranquilizan gracias a sus ronroneos, reduciendo el estrés y la presión arterial. Las personas se sienten menos solas.
Los gatos viven en el momento presente, sin preocupaciones. Los gatos comen cuando tienen hambre, beben cuando tienen sed, duermen cuando tienen sueño, viviendo siempre en el presente, momento a momento. No se obsesionan con el pasado ni se preocupan por lo que pueda ocurrir en el futuro, porque el futuro no es nada más que una proyección de la mente.
Los gatos no conocen el fracaso, se levantan y vuelven a intentarlo.
La compañía de un gato te hará más feliz; mejorará tu estado de ánimo y también tu salud.
Además de todo esto, si adoptas a un gato sin hogar podrás tener un sentimiento gratificante de haberle salvado la vida.